Decirles que son príncipes, que sí existen los príncipes.
Decirles que son héroes, que sí existen los héroes.
Decirles que son hombres, que sí existen los hombres.
Hay que amar a los hombres buenos, abrazarlos, escribirles poemas.
Hay que observar las lágrimas que no manan de los ojos de los hombres buenos.
Esa lluvia de adentro.
Los hombres buenos, los hombres callados, los que observan y mueven la cabeza de un lado al otro con desconsuelo, los hombres cansados, los hombres que ven la verdad y lo saben y quisieran que todos supieran y se sienten tristes por la ceguera de los demás hombres que no saben.
Los hombres buenos que luego igual sonríen, se escuchan el corazón en el pecho, ese corazón grande de los hombres buenos, que late siempre, ese corazón bello. Y siguen.
1 comentario:
Sí.
Publicar un comentario