miércoles, 26 de marzo de 2014

Lo sagrado

A veces se pierde tu nombre
Señor
Te pierdes tú
Se pierde lo sagrado

Ese es el juego
La ceguera de la desesperación

Luego vuelves
Con tus letras bien puestas
Soy Dios me dices
Aquí estoy

Y entonces de nuevo
Aprendo a rezar
Y todo se calma
Padre

sábado, 15 de marzo de 2014

El gigante de las ventanas 2

Ayer volvió el gigante de las ventanas a terminar de acomodar unas cosas que se le habían quedado pendientes desde diciembre. Se sorprende el gigante de que yo no esté molesta con él por el retraso, que yo no tenga quejas. No sabe que ya no me importa la diligencia, que ya no tengo urgencia, que las ventanas funcionaron perfectamente sin ese listón que les faltaba que las haría más lindas. Que del lugar de donde vengo la belleza es un lujo prescindible. Que vengo de un sitio de emergencias. 
Le pido que me instale unas lámparas que compré en ikea, baratas y bonitas, me dice que él no es electricista pero que lo intentará. Me pongo a montar las piezas mientras él termina las ventanas, una a una las encajo, todo perfecto, hasta he aprendido a ser buena con las manos. Nos reímos y la risa del gigante es gigante, cavernosa, segura. Es una risa que no conoce intemperie.
Creo que el gigante no sabe lo que es Venezuela, sabe que vengo de allá, pero para él Venezuela es como para mí Namibia. Ni idea.
Mejor.
Soy por pocos instantes una mujer que viene de un sitio que no existe. Ni existen los sufrimientos, los muertos, mi pasado, mi futuro que no sé.
Vemos el mar y el gigante dice que no cobra su sueldo hace tres meses, tomamos café. Se va.
Tengo las lámparas, tengo la luz y la sonrisa de Giulia.
Apagamos, nos dormimos. Hasta mañana.

jueves, 13 de marzo de 2014

La visita 2

Así como un día
Me visitó mi cobardía
Tomamos te con galletas
Y ya casi no vuelve
Así hoy vinieron en grupo
Mis nostalgias

Ahora las veo
Tan inseguras
Tan equivocadas
Tan débiles
Tan falsas

A ellas ni siquiera una visita
Cordial
Les permitiré

Los errores
Cuando los divisas
Se van

martes, 11 de marzo de 2014

La locura en la torre

He pasado meses enteros poniéndome medias. Cubriéndome los pies de este frío que es mi nueva casa. Esta casa que se parece a la torre de Hölderlin, pero con vista al mar. Imposible no preguntarse si la locura también se parece a la del poeta. El único consuelo que me queda es que mientras me siga preguntando de una probable locura significa que ella no ha llegado. El único consuelo entonces en este extrañamiento sigue siendo la decisión de apoyarme en una lógica que está haciendo agua hace años. Insisto, insisto porque nos enseñaron eso, nos dieron esta única manera de pensar como salvación del caos que siempre es el mundo. Nos engañaron, me engañaron y a pesar de eso sigo. Sigo haciendo lo mismo que aprendí de niña, porque el mundo es demasiado grande y yo pequeña. Impongo mis conclusiones que una a una se ven tomadas por el vórtice de lo contrario a mis decisiones. Entonces río, lloro, dependiendo del caso y sigo. No deja de ser curioso que todo esto al final nos conduzca a la muerte. Es aterrador. 

La muerte se viste de mil máscaras y al unísono se muestra desnuda y firme en la tierra en que nací, de nuevo me digo, es aterrador. 

El tiempo, los pocos minutos que tardo en lanzar estas líneas desesperadas y una vez más mi cerebro hace su trabajo, los silogismos vienen en mi auxilio, la civilización  adormece el miedo, ese es su objetivo. Droga apocalíptica. 

Me engaño y sigo, mientras no llegue el poema que es el único sitio donde podré descansar. 

La poesía para mí es el resguardo donde no hay muerte.

lunes, 10 de marzo de 2014

Detritus

Pequeñas piedras
Navegan los ríos
Que me recorren

Aquí y allá
Sedimentos
De sentimientos
Perfilan
Los valles y los montes
Del nuevo paisaje
Que soy

Mis patrias me dibujan
Sin mano firme

Mis patrias confundidas


domingo, 2 de marzo de 2014

Te dije

No quisiste creerme
Cuando te dije
Que la poesía era importante

Te pareció una de "esas cosas mías"
Una de mis sensibilidades
Una de mis inutilidades

Ahora estás de madrugada
Despierto
Desesperado
Y buscas y no encuentras
Ni siquiera a Dios

Te dije que la poesía era importante

La poesía es Dios
Cuando no está Dios.

sábado, 1 de marzo de 2014

Flashes

I
Me llamas ¿cómo estás? Me dices que te duelen las rodillas, yo lo sé y quiero preguntarte si hay comida, quiero que sepas lo mucho que te quiero y llega toda la angustia que me hincha la lengua, la sangre que me palpita en la cabeza y entonces callo y no pregunto, te dejo hablar. Menos mal que te fuiste, hija, menos mal que justo a tiempo, que si no te hubieses ido imagínate mi angustia sabiéndote allá en la Florida, sola con la niña. Sigo callando. No le digo mi angustia por sus años, porque ella sí está allá, mi madre, los míos están allá, yo estoy allá.

II
Me escribes, siempre me escribes tranquilo, qué cocinaste, vi la foto del mar, cómo están las cosas, todo bien, yo aquí fui al mercado, pero tengo que volver a ir, a otro. Te digo que oí que sobrevuelan los aviones, no contestas, descarga Google Drive, me dices, es una nube que tiene Google para almacenar archivos. Una nube. Luego vendrá el suspiro. Ese que es tan difícil de escribir en el chat.

III
Tú también me escribes, mis amigos me escriben y yo los quiero tanto, tú me dices que no quieres odiar, que estás haciendo un esfuerzo para no odiar. Te entiendo, te digo, yo no odio tampoco, pero es que me cansé de la maldad. Hay que tener cuidado con las sirenas malvadas, con sus cantos, quedamos de acuerdo en eso. Callamos, sabemos que estamos cerca.

IV
Salgo a comprar comida y la dueña del abasto de aquí me cuenta todos sus problemas mientras me rebana la mortadela y me despacha el pan. Habla habla habla habla. No deja hablar. Así son los que sufren en su ombligo. No dejan hablar. No importa, igual ni sé qué decirle, ella no sabe qué es Venezuela.

V
Peleo con comunistas, les escribo por Facebook, tengo mi propia cruzada. Soy pequeña, así me siento, pero es que me duele. Es que estoy llorando. No se le puede faltar el respeto a tanto muerto y tanta lágrima.

VI
Hice un video para decir lo que sentía y sólo se me ocurrió leer un poema de Hölderlin. Los poetas gigantes siempre dijeron las cosas mejor que yo. Luego no lo pude cargar en ninguna parte, pesa mucho. La poesía pesa.

VII
Leí que la dictadura armó una cárcel de lata, una cárcel portátil y que en la noche los vecinos oyeron los gritos de los jóvenes presos. Creo que esto que me arde por dentro se llama sed de venganza. Estoy furibunda.

VII
No puedo olvidar a Marvinia. La mujer golpeada por otra mujer. Los golpes no se olvidan nunca. Cinzia no olvida.