viernes, 31 de diciembre de 2010

Esta mujer


Dobla sus rodillas,
se sienta a descansar
en el simbólico límite
de un año salvaje.

Detiene la carrera del tiempo,
el caprichoso caos
de cimas y valles
dunas y hierbas.

Observa
lo pasado
lo arduo
lo oscuro
lo magnífico
el éxtasis.

Descubre su todo intacto,
el cuerpo firme,
el alma aguda.

Sabe y siempre supo
que una vez más lo lograría.

Conmovidos
sus propios brazos
se ciñen en torno a ella
en un abrazo.

Esta mujer sonríe
y se prepara para continuar.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Tala


Llegó un grupo de hombres vestidos de rojo. Talan los árboles de mi calle. Ya cayó el jabillo centenario. Veo su tronco cortado en varias partes, fáciles de transportar. En el centro de cada círculo un extraño halo más oscuro, como si al sentir el golpe, el árbol hubiera retraído su sangre marrón hacia el centro, allí donde estaba la vida. Uno de los obreros reposa sentado sobre la enorme madera, tiene la mirada perdida y los oídos adormecidos por la letanía de la sierra eléctrica. El otro obrero, el que corta, contrae sus facciones, asume rostro heroico, se siente fuerte. Todo empezó ayer. El vecino malo, el que maltrata a sus perros y usa el bate como retaliación, no pierde detalle. Ayer me acerqué varias veces a la ventana, mareada por la sierra, por la muerte del jabillo y allí estaba él, hipnotizado ante la destrucción placentera. Esta mañana sacó una silla de esas que se llevan a la playa, para estar más cómodo y poder ver mejor, a sus anchas. Sus perros no ven nada, nunca, a sus perros les llueve encima y lloran de noche. Nos llegó una circular, será una tala masiva. Los árboles han crecido y se han atrevido a romper las aceras donde nosotros, reyes de pacotilla, deberíamos caminar. ¿Caminar? Esta ciudad no admite caminos, ni árboles que se impongan. Los hombres de rojo son los que crecen y el vecino que maltrata a sus perros y mi impotencia, mi tristeza, mi furia. Quedarán las casas por ahora y los pequeños arbolitos que tengan a bien sembrar, de esos que no penetran, que no invaden, que no dan sombra. Se nos perdió el cobijo aquí, se nos fue la casa verde de hojas magníficas.

martes, 14 de diciembre de 2010

Un día


Ansío
la única libertad posible
quiero
diluírme en tu olvido.


Un día me alojé,
serena,
en tu sonrisa.
Confié.

Entonces fuiste feliz
relajaste la máscara
empezaste a ser tú.

Me perdí,
en tu laberinto de algodón,
nadé, hice maromas, fui payaso,
me cansé, supe tu infierno, me ahogué.

Nos lloramos
secamos
disolvimos
no pude
no pude
y te ardieron las pupilas
se te acabaron los oídos,
te crecieron los gritos
te explotó el odio.

Fue imposible asumir mi alma rota.

Si no puedes perdonarte
al menos olvídame.

domingo, 12 de diciembre de 2010


Vivo en el resquicio
de la búsqueda callada.

Respiro en el reverso de las cosas
(el lado que no se acepta/que no se entiende).

Fuera del tiempo
logro que los instantes
dejen de ser
pequeñas dagas de duda.

lunes, 6 de diciembre de 2010


Me desnudo.

Observo
mi cuerpo hermoso y tranquilo.

Dice que tendrá mil días para revivir
y otros tantos para recordar.

Dice que el cielo no se olvida.

jueves, 2 de diciembre de 2010


Hoy,
en aquel espejo magnífico,
te dije
que adoro conservar
los dones que me entregas
cuando nos unimos.

Así me acompañas.

No quiero
nada que lave
lo inmenso
de tenerte en mí.