miércoles, 23 de febrero de 2011
Otra vez la guerra
Otra vez la guerra
nos agujerea
las suelas de los zapatos,
lame nuestra nuca,
se aloja en nosotros.
Anuncia
que los magos de la masacre
se vistieron de fiesta.
Nos muestra
las bandadas de muertos
que aún corren
por su libertad.
sábado, 19 de febrero de 2011
sábado, 12 de febrero de 2011
Correr
No hay tiempo que perder.
Habrá que hacer lo posible
para verse
en esa ciudad
donde nadie mira
donde nadie duerme
en ese ombligo del mundo
donde todos caminan
o en ésta
que no es ciudad
donde no se vive
donde todos mienten
donde todos rien
(llorando)
las ilusiones de adentro.
Habrá que hacer lo que se pueda
por deshacer las palabras
volverlas a armar
y seguir contruyendo
el alma que nunca fue
y que siempre fuimos.
Habrá que correr ligeros
entre los espacios luminosos
de las ficciones que nos adhieren
a los besos de la luna
de cara a las ventanas.
Habrá que decidir imaginando.
No hay tiempo que perder.
martes, 8 de febrero de 2011
Milan Kundera
Kundera, siempre Kundera, cada cuatro o cinco años, cuando alguien me lo recuerda, cuando necesito desnudar las cosas, cuando quiero que me sean dichas sin adornos.
Leo La Insoportable Levedad del Ser.
Me pregunto si de verdad me gusta ese libro o si simplemente me acostumbré a decir que me gusta o si me gustó alguna vez y ya no.
Igual lo leo, lo devoro.
Kundera y su sinceridad.
Kundera y sus personajes miserables que no tienen ni siquiera el derecho a un poco de realidad. Sacados de su mente, expuestos, solos, sin sangre.
Kundera el cirujano de los sentimientos.
El que habla siempre de pesadillas.
El poco poeta.
No hay amor en Kundera.
La amargura por su Praga invadida, por los rusos, por la incertidumbre, por la indignidad.
Es tiempo de horrores, me digo.
Y sigo.
Leo a sus mujeres.
Sus hombres no me gustan. Aman y no lo saben, odian y no lo saben.
Odian amando, aman odiando.
Tienen miedo. Son hombres. Me alejo.
En sus mujeres...me reconozco.
Kundera hubiese podido ser mujer.
Hay muchas escenas con espejos.
Mujeres desnudas viéndose al espejo.
¿Nos vemos realmente?
¿O el espejo es un tránsito, un puente hacia ese mundo que no entendemos y que es nuestro?
¿Nuestro?
Kundera me pone difícil.
Tiempo de leer nuevos libros.
Leo La Insoportable Levedad del Ser.
Me pregunto si de verdad me gusta ese libro o si simplemente me acostumbré a decir que me gusta o si me gustó alguna vez y ya no.
Igual lo leo, lo devoro.
Kundera y su sinceridad.
Kundera y sus personajes miserables que no tienen ni siquiera el derecho a un poco de realidad. Sacados de su mente, expuestos, solos, sin sangre.
Kundera el cirujano de los sentimientos.
El que habla siempre de pesadillas.
El poco poeta.
No hay amor en Kundera.
La amargura por su Praga invadida, por los rusos, por la incertidumbre, por la indignidad.
Es tiempo de horrores, me digo.
Y sigo.
Leo a sus mujeres.
Sus hombres no me gustan. Aman y no lo saben, odian y no lo saben.
Odian amando, aman odiando.
Tienen miedo. Son hombres. Me alejo.
En sus mujeres...me reconozco.
Kundera hubiese podido ser mujer.
Hay muchas escenas con espejos.
Mujeres desnudas viéndose al espejo.
¿Nos vemos realmente?
¿O el espejo es un tránsito, un puente hacia ese mundo que no entendemos y que es nuestro?
¿Nuestro?
Kundera me pone difícil.
Tiempo de leer nuevos libros.
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