martes, 14 de diciembre de 2010

Un día


Ansío
la única libertad posible
quiero
diluírme en tu olvido.


Un día me alojé,
serena,
en tu sonrisa.
Confié.

Entonces fuiste feliz
relajaste la máscara
empezaste a ser tú.

Me perdí,
en tu laberinto de algodón,
nadé, hice maromas, fui payaso,
me cansé, supe tu infierno, me ahogué.

Nos lloramos
secamos
disolvimos
no pude
no pude
y te ardieron las pupilas
se te acabaron los oídos,
te crecieron los gritos
te explotó el odio.

Fue imposible asumir mi alma rota.

Si no puedes perdonarte
al menos olvídame.

2 comentarios:

Elizabeth dijo...

Hermoso y muy delicado tu poema, me encantó.

GEORGIA dijo...

uy...