jueves, 20 de noviembre de 2008

el cerro


Llegas a la casa. Preguntas como estoy, que si todo bien, que vienes nerviosa, que todo está como raro, que estás molesta pero contenta pero preocupada pero feliz pero asustada pero que importa, nada importa, que no sabes bien como estás. Te digo que si, que yo sé de eso.

Estamos sentadas en el sofá, tu con tu agua y yo con mi té, nos reímos mucho ultimamente, especialmente de nosotras mismas. Ayer eran carcajadas, estamos locas, se perdió esta cosecha, demasiadas emociones adolescentes. Estoy inquieta y tu también. Te cuento que tengo que sacarle fotos al Cerro, me las pide alguien que dice que el cerro tiene no se cuantos tonos de verde, es alguien que se acuerda de esos verdes, los extraña. Quiero tomar las fotos y me declaro incapaz, siempre me pasa lo mismo con las fotos. Me dices que las tome de una vez, busco la cámara.
El cielo se cae todos los días en Caracas, todos los días el diluvio, me pregunto que tanto hay para llorar (¿me lo pregunto?).
Abro las ventanas me pongo de rodillas en el sofá y empiezo. Lo primero que te digo es que si te has dado cuenta de la maravilla de montaña que tenemos, está como acostada, en reposo, llena de nubes por encima, nubes blancas. Está oscura, casi azul. Me ves mientras hago lo que hago. Es bueno fotografiar cosas en vez de gente (de vez en cuando). Respondes que si sabes lo bella que es, a pesar de verla a cada minuto, que queda poco más que ver en esta locura que hay aquí.
Tomo varias, salen bien. Tengo suerte de vivir tan cerca. No voy a estar mucho tiempo aquí. Eso también es suerte. Ya veré al Avila desde otro ángulo, supongo, o no la veré más y te pediré que le tomes fotos, te diré que tiene 1000 tonos de verde, que me acuerdo, que la extraño (es bueno extrañar cosas en vez de gente, de vez en cuando).

1 comentario:

Cristhian Quiróz dijo...

Me gusto mucho!!! Me fue super identificante!!!