Todavía los aviones atraviesan el oceáno.
Todavía
los chocolates
las medicinas
los libros
las notas manuscritas
perfumadas
en sobres rosados
intentan transportar
corazones y afectos.
Todavía hay manos febriles aquí
haciendo origamis
y manos emocionadas allá
deshaciendo origamis.
Las manos se acarician en los llantos
empaquetados y desempaquetados.
No hay espacio en la tierra robada.
(Hablé de desmembramiento en otro poema,
esa sensación).
No hay remedio para esta orfandad de dos orillas,
salvo el amor.
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