lunes, 16 de febrero de 2015

Tercera conversación con Pistoletto


Te prefiero a ti que rompes los espejos.
Lo interesante de escribirte es que sé que nunca me leerás. 
Mi poesía como tus espejos,
miles de fragmentos donde nadie podrá reflejarse por completo.
La libertad.
Porque, sabes Michelangelo, al fin descubrí que siempre nos equivocaremos hagamos lo que hagamos y eso me ha liberado. Errar no es humano como un acto voluntario de nuestra humanidad. El error es algo que nos pertenece y nos forma, como la carne, es decir no nos queda otro remedio que equivocarnos y volvernos a equivocar hasta morirnos. 
¿Lo ves? La única cosa que no es un error es la muerte. 
Como tus espejos rotos donde nadie se refleja o todos se reflejan hechos añicos millones de veces, o los poemas no leídos, esos donde ningún ojo se puede posar, los que no son y son  millones.
Entonces te hablo, Michelangelo, hablándole a nadie.
Los trozos de tus espejos somos todos nosotros, ese será el final de esta lucha absurda, despedazarse por completo para finalmente encontrarse.
Porque eso somos. Somos todo.
Desmembrados. 

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