martes, 3 de agosto de 2010

Poema a mi dios muerto


el desierto está ahí pero sin dios
encaja perfectamente en el túnel que somos
Lydda Franco Farías


Si no hubieras muerto,
si alguna vez hubieras existido,
te hablaría.

Te diría que te apagaste
cuando apenas tenía veinte años
y todo era seguro,
hasta tú.

Te contaría que a partir
de ese momento
he tenido llantos huérfanos,
buscado respuestas
en libros y amores
que aún no encuentro.

Verías como me río
al enseñarle tus oraciones a mi hija,
te mostraría
cuan absurdo resulta el reto.

Ahora que eres estatua
te ofrendaré el vacío
de tu mentira y tu ausencia,
te dedicaré mi frío.

Con el pasar del tiempo
has sido persistente en tu morir.

En los templos
reiteras y reiteras
tu imposibilidad.

Hubo un día en que me sentí fuerte
y decidí no arrodillarme nunca más ante ti.

Ahora que estoy débil
ya no existes ni para eso.

7 comentarios:

Ophir Alviárez dijo...

Descarnado, Cinzia y tan real que duele...

Duele.

Ophir

Cinzia Ricciuti dijo...

A ver si de tanto descarnarnos logramos liberarnos.
Gracias Ophir.

Un abrazo

GEORGIA dijo...

"A los héroes se condenan a convertirse en estatuas que ante las aves dan pena"
Es un poema muy intenso Cinzia, con un tono irónico y reflexivo que lo elevan.
Me gusta que lo muestres desnudo como se siente...

Un abrazo

Kira Kariakin dijo...

Como siempre rematas contundente... triste cuando los dioses mueren, pero también liberador.

Anónimo dijo...

Sinsé
ramente me parese de mal gusto.

Cinzia Ricciuti dijo...

Gracias Georgina y Kira, siempre atentas y siempre acompañándome. No fue fácil este poema.
Abrazos.

Anónimo Pedro, mi intención primaria al escribir no necesariamente pasa por el glamour, la elegancia y el buen gusto.
A propósito, identificarse sólo con un "Pedro" sí que es de un gusto exquisito, felicitaciones por eso

Anónimo dijo...

Me sentí sin remedio
y me pregunté
cómo fue que lo permití.

Me sentí perdida
y me pregunté
dónde te perdí.

Me sentí abandonada
y me pregunté
cuándo te dejé.

Me sentí desolada
y me pregunté
por qué te ignoré.

Me sentí vacía
y me pregunté
qué fue lo que rechacé.

Ahora me siento invencible,
me aparté de lo que me estaba secando,
recuperé lo que había perdido,
lo que había abandonado,
lo que había ignorado,
lo que había rechazado.

Recuperé la fe.

Nata