martes, 10 de febrero de 2009

inexistencia

Rene Portocarrero

Es justo allí
al cerrar los ojos
en el punto del abandono

que en un instante
(y sin quererlo)
vemos el pasado
y se nos contrae el estómago

y con el cuerpo cansado
aislado
consternado
resbalamos en la comodidad
del abrazo inexistente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi me persiguen los abrazos inexistentes. Hasta cuando yo misma me abrazo.

lara dijo...

Es muy cierto, pero los abrazos inexistentes no son abrazos imposibles. gracias por algo tan bonito