miércoles, 24 de abril de 2013

Un poema para poder trepar


Este sería el momento perfecto para intentar un poema que me quitara el sucio del sábado, cuando alguien me sacó de la vía, me dejó en una isla de ese océano maloliente que es la Autopista Francisco Fajardo y simplemente se fue. Teseo también dejó abandonada  a Ariadna, en una isla, luego que ella le diera todas las posibilidades de salir victorioso del laberinto  Lo mío fue menos mitológico, porque Caracas ya no da  para héroes, porque ella es el laberinto.

También necesitaría un poema que me mueva de la desazón de este sitio donde en vez de comer arroz somos alpiste, donde no hay comida para gatos, ni hay comida  para nosotros, ni libertad, ni verdad. Este país que ya no se nutre, este territorio macerado al sol de las colas de las personas por los alimentos, por los perdigones, esa sopa donde flotamos, húmedos, furibundos, atados y silentes a pesar de todas las palabras. Todo lo que se diga en dictadura siempre será el silencio de no poder decir. La dictadura es la máscara perfecta.

Un poema que me lleve a la ventana de Beuys y el coyote, porque siempre me gustan los gigantes, los honestos, los que se burlan del mundo, de los hipócritas, de los mezquinos, de los supervivientes a toda costa. Me gustan los gigantes que se burlan de las botas. Odio las botas, de las mujeres, de los hombres, de los militares. Las botas en el trópico son la peor señal de la decadencia.

Y hablando de decadencia, quisiera escribir un poema que finalmente te muera de mí, a ti, que eres el universo de errores malsanos que cometí cuando me extravié de mi misma en tus besos promiscuos.

Un poema también para ese instante de ese domingo donde de nuevo fuimos a votar, borregos de la nada, y sin embargo pude leer los poemas de Rafael Cadenas, y algunos me preguntaron varias veces qué habría querido decir el poeta y yo les dije, más o menos, porque tampoco sé lo que quiso decir Cadenas, porque la poesía no se explica. Y otros callaron porque la poesía se calla también.

En fin quisiera un poema para poder trepar en él y ver todo desde arriba. Porque desde aquí abajo las cosas se han puesto difíciles.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un bonito desnudo de la mente.
Certeras, dolorosas y a la vez, hermosas palabras.
Muchas mentes estamos fusionadas a un lado del valle, vacilantes, tristes, expectantes.
Un saludo y un abrazo en tiempos decadentes,
Betina.-

Anónimo dijo...

Me enamoré de un imposible y un día mientras le recordaba llegó a mi mente sin pensar,
lo que escribiré a continuación.
Me encantaría saber su opinión. Grazie!

Cierro mis ojos y estas aquí, conmigo,
Me deleito con tu sonrisa,
continuo con los ojos cerrados y puedo olerte, oir tu voz.
Abro los ojos y me doy cuenta que solo podemos estar así, mientras yo tenga mis ojos cerrados.

Cinzia Ricciuti dijo...

Gracias por la lectura.

Y con respecto a los amores imposibles y los textos que sobrevienen, recomiendo vehementemente abrir los ojos.

Saludos