viernes, 12 de noviembre de 2010

Rilke espera por una gata


Cleopatra camina sobre mi libro abierto, se acomoda sobre él hasta cubrir todas las palabras y me mira por largos segundos. La regaño y me responde con su maullar aburrido y su superioridad. Entonces la dejo ser, me río y le envidio la ignorancia elegante. A mi gata no le importa Rilke. Ella manda.