martes, 30 de abril de 2019

Canto XIII del Infierno de Dante, el bosque de los suicidas (Reflexiones)

William Blake

Los que hayan tenido el coraje y la seriedad de adentrarse en el Infierno de Dante hasta el Canto XIII ya habrán bajado 6 círculos y habrán visto a una serie de condenados que se dejaron llevar por la incontinencia de la gula, de la lujuria, de la pereza, de la avaricia, etc. Todos irracionales. Todos pagando las penas de la irreflexión.

En el séptimo círculo, segundo sub-círculo, que es el que nos ocupa, nos encontramos en cambio con personas que pensaron su destino. 
Se trata de los suicidas.

Dante nos dibuja una segunda selva, nos muestra de nuevo árboles, muchos árboles. Un bosque tan tupido que ni siquiera hay senderos por donde atravesarlo.

Me pregunté por qué el poeta hace eso. Por qué nos presenta de nuevo la selva oscura, o más bien otra selva oscura más definitiva, donde al perderse ya no habrá redención.

La respuesta será de cada quien, la mía es que en algún momento estaremos perdidos en una selva y en algún otro momento formaremos parte de ella a través de la muerte propiciada por nosotros mismos. Todo eso si antes no nos salvamos.

Allí es cuando la Comedia es más importante que nunca.

Dante en su extrema genialidad nos pasea por todas las posibilidades o más bien tentaciones.
Sí, porque el suicidio es la tentación de los desesperados.

Con una ternura sin precedentes que además extiende a Virgilio y con un respeto inusitado hacia Pier delle Vigne (el suicida protagonista del canto), nos va mostrando el dolor, la angustia y sobre todo la inutilidad de ese gesto extremo, quitarse la vida.

Los suicidas son las semillas que creciendo en ese campo yermo serán atacados sin cesar por las arpías que se comerán los retoños en un interminable crecimiento sin verdor. Con sangre adentro, sí, porque los troncos sangran cuando alguien les rompe las ramas, otra metáfora que nos dice que aunque nos matemos continuaremos vivos, porque todo no se acaba aquí, porque somos parte de una vida que va más allá de la vida, más allá del cuerpo que nos ata a este mundo irremediablemente.

El canto es un peregrinaje a través de esta alma soberbia en su tiempo y sin embargo humilde ahora y es una oportunidad para ella de reivindicarse entre los vivos a través de las palabras de Dante.

Por último y no menos importante la pregunta fundamental y quizás esperanzada de Dante, la última oportunidad que se da y nos da el poeta de ocuparnos de nuestra muerte con nuestra propia mano: ¿Tendrán los suicidas la oportunidad de recuperar sus cuerpos en el juicio final?  

La respuesta es no. Los cuerpos descenderán a encontrarse con sus almas/árboles y se colgarán de ellos, Frutos muertos de árboles muertos.

¿Todo esto es muy duro, no? 
Sí, el infierno es duro como la selva oscura.
Pero hay que atravesarlo con la verdad.
Sólo así la salvación

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