domingo, 26 de mayo de 2019

Cielo verde

Desde que me fui de Venezuela no son los recuerdos los que me pertenecen, sino soy yo la que pertenece a los recuerdos.
La mayoría de ellos no son momentos sino lugares, contradiciendo a todos los que dicen que la vida es tiempo y no espacio.
En tal caso la vida es el amor que escoge tiempo y espacio para expandirse.
Esta mañana llegó a mí la Avenida Principal de la Florida y aquel café estilo árabe que había allá, hermoso, pequeño, oscuro, extraño. 
Y aquellos dulces de pistacho y miel. Siempre he amado la miel, hay pocas cosas que acarician la boca como la miel.
Allá estuve con amigos poetas que ya no son amigos y no sé si aún sean poetas, en una avenida que ya no es una avenida, en una ciudad que ya no es una ciudad, en una cinzia que ya no es cinzia.
De todos modos siempre me gustará haber nacido en Caracas.
Ese sitio donde había gente que sabía fundar cafés oscuros llenos de miel que también eran recuerdos de lugares que habían tenido que abandonar para no morir en antiguas luchas.
El mundo es la miel que haces a pesar de la guerra. En el fondo somos abejas magníficas. Polinizamos palabras que se convierten en ciudades.
Caracas es el refugio que ya no es, pero que es.
Caracas es ese cielo verde dentro de mí que me acaricia la boca con miel.

domingo, 19 de mayo de 2019

También poesía

También hacer poesía es trenzar de nuevo
el hilo roído con cascabeles
que llevas en el brazo
hace años
para que no se extravíe/te recuerde
porque todas tus joyas desaparecieron
(allá)
robaron tu herencia
entonces el ruido delicado de las campanitas
sirve para reencontrarte/encontrarte/ser
en medio de todo lo que no es/no eres.

Trenzas cascabeles también para tu hija
le dices que aguante/que encierre entre sus dedos
el principio del hilo y allí sigues
construyendo sonajas viéndole los ojos
el brazo a tu hija/tu belleza/tu tesoro.

Construyes en ella pequeñas estrellas de música.

También hacer poesía es no perderse del todo.
Es ser los joyeros de la nada que hace mundo.
El sonido en movimiento de tu alma grata.

jueves, 9 de mayo de 2019

Confesionario

La donna velata - Raffaello (1516) - detalle

Sopeso

ca     da           pa     la     bra.

En la lentitud de los agujeros
se cuela mi silencio.

Eso me enseñaron
estos años de esclavitud.

martes, 7 de mayo de 2019

La fiesta

Dan ganas de dibujar para siempre
el trazo eterno de los jardines.

Construír con líneas contentas
mundos
donde todos seamos felices.

Luego,
en esos mundos dibujados,
quisiera que descansáramos
nos besáramos
bailáramos
bebiéramos
nos amáramos
como si no hubiera mañana
sabiendo que habrá mañana
y mañana y mañana y mañana.

Quiero dibujar un jardín que sea futuro.

Nos merecemos la fiesta.
La libertad.


viernes, 3 de mayo de 2019

Canto I Divina Comedia (Reflexiones)

¿Qué harían ustedes si en el centro temporal de sus vidas se encontraran en una selva oscura sin tener la más mínima idea de cómo llegaron ahí y aún peor de cómo saldrán?

Así empieza La Comedia de Dante Alighieri.

Quien está perdido en la selva es él y lo dice, o más bien lo escribe, y en sus tercetos se puede hasta respirar el aire pesado no sólo de la selva sino de su alma aterrorizada.

Sin embargo sigue su camino, los humanos casi siempre hacemos eso cuando nos perdemos, seguimos, confiamos en nosotros, en nuestro instinto, hasta en nuestro miedo y seguimos. Es como si un motor adentro nos obligara a no apagarnos, a continuar, a no darnos por vencidos.

Eso hace Dante y finalmente ve una luz.

¿Final feliz de la travesía inesperada y no planificada?

No, porque a pesar de sus esfuerzos y a pesar de ver la luz que no es más que la salida o la mejoría de su situación, se encuentra frente a frente con tres fieras, una más terrorifica que la otra.

Supera la primera, supera la segunda, pero con la tercera no puede. Es demasiado flaca, demasiado horrible, está demasiado hambrienta y con sus dientes y sus ademanes empuja a Dante de nuevo a la oscuridad de la que había logrado zafarse.

Es como si el destino final de aquel que se pierde fuera volver al sitio de su perdición.

Las fieras representan los pecados de Dante, de nosotros, de todos.

El poeta, débil y vencido, se parte.

Es sólo en ese momento en el cual pide ayuda.

¿A quién? No hay nadie allí.

Quizás todos hayamos vivido en algún momento esa soledad tan potente que sólo nos rodea de enemigos. Tal vez todos sepamos cómo pesa el mundo en nuestras rodillas que sólo quieren doblarse. Es curiosamente en esos momentos, en los que entendemos que solos no podremos salvarnos, que pedimos ayuda no sabemos bien a quién. Ese "no saber" se llama Dios.

Nos encontramos entonces en uno de los momentos más hermosos y conmovedores de este primer canto de la Comedia.
Aparece una sombra bella, Dante no sabe de quien se trata y sin embargo clama, clama, clama ayuda.

Resulta ser su maestro amadísimo, Virgilio.

Un gran maestro es más que un maestro. Es algo así como un padre, nuestra familia, aquello que admiramos, sobre todo aquello en lo que confiamos.

Virgilio con sus libros, con sus versos le enseñó a Dante que existen hombres confiables.

Empiezan el viaje juntos, porque como se descubrirá pronto, salir de la selva o más bien estar a salvo, requerirá un viaje más complejo del que se pensó, habrá que atravesar varias instancias, un Infierno en primer lugar.

Dante duda, pero no tiene mucha opción, así que se encamina tras su maestro, en el fondo sabe que estará a salvo.

jueves, 2 de mayo de 2019

En el silencio del balcón


En el silencio del balcón veo la albahaca crecer en este mundo que sorpresivamente aún permite el crecimiento de las albahacas.

Paso minutos así, llenándome de sol y viendo la alegría de la plantica.

A veces, pocas veces, el mundo es mío en sus regalos y en mi asombro.

La esperanza perdida y el fracaso recurrente son importantes en la construcción de estos retoños de soledad bendecida.

Hay mucha calma en las plantas que crecen.