sábado, 16 de marzo de 2019

Pensamientos dispersos en días desesperados


Todo cuadro de Rothko debe tener una butaca en frente. 
Es que se te doblan las rodillas, es que necesitas reposar el mundo. 
El que te ponga de pie frente a un Rothko es alguien cruel.

Se habla de arte para no hablar de la vida. Al menos el arte le gusta a quien tiene los ojos abiertos. Es una fatiga infinita levantar párpados a estas alturas.

Te sirve vivir entre ancianos para entender que todo tesoro está en la juventud. La vejez es la carcasa de las almas que nunca crecieron. La ruina. Europa es una ruina.

He notado que los poetas se han vuelto clérigos. Todos buenos. Todos masa. Todos sermón. Todos acomodados. Supervivientes que ya no se oponen sino acompañan. 
Es una lástima que haya muerto Dios.

Por ahí vi resurgir a Cioran, jejeje, el viejo loco que es la esperanza de los desesperados locos por la esperanza.

La preocupación por los hijos yo la tengo por los padres.

Por aquí cortaron el único árbol que había crecido en la arena, sólo que no había podido decirlo porque había otras urgencias. Ese árbol era mi compañero.

En Caracas hay un señor que durante el apagón baja a comer a casa de su vecina junto a su esposa, ancianos los dos. El señor se pone su saco e intenta asearse para sentarse a la mesa.
La dignidad es la única cosa que en este momento puede salvarnos.

Vivo una época en que se discute lo indiscutible.
No concibo algo más patético que eso.

La próxima nube con tentáculos quizás me lleve. 
Volaré como los pájaros, era la única manera digna que Dédalo había ideado para su laberinto.

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