domingo, 25 de septiembre de 2011
El puerto el laberinto y Lihn
Yo sabia que las líneas
del laberinto blanco
se habrían secado bajo mis pies,
que el círculo eterno
se habría roto
dejándome en el vacio
de las aguas oscuras
de aquel puerto lejano.
Igual allí estaba
sin hilos,
sin brújulas,
sin bestias.
Ahora leo a Enrique Lihn
y todos los poemas
son tú,
el laberinto no se acaba,
las máscaras son perpetuas
y dan fuerza al Minotauro.
Te susurro en la carne:
—Somos tan jovenes, tan bellos
¡Vamos que no tenemos miedo!
tenemos las alas de nuestros pájaros
¡Salgamos!
—No, no sé...
Quizás sea la duda
la máscara indispensable
y el desamor el laberinto
donde surgen los poemas.
Mis dientes
se estrellan unos contra otros
en un abrazo de angustia.
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4 comentarios:
Tu poesía es, Cinzia, estremecedora.
Aquí cada verso es un vértigo. Y cada vértigo el placer de estirarse el cuerpo hasta rabiar.
Gracias por eso.
Quizás sea la duda
la máscara indispensable
y el desamor el laberinto
donde surgen los poemas.
Es tan bonito que lo tuve que volver a copiar. No se angustie. La duda es también espejo, es también transparencia.
Aquí estoy, releyéndote (me). La duda como espejo y como verdad, sinceridad, sí...
Un abrazo Kei
Si, migro. Pero como toda migración es cíclica, vuelvo, feliz de la vida...
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