Hoy mi hombre me trajo a Vallejo,
maltrecho y hermoso,
con todos sus poemas.
Con él venían Ungaretti y Ludovico Silva.
Hoy Vallejo, Ungaretti y Silva
vieron nuestros besos y nuestros ojos,
también las lágrimas.
Con los poetas comimos,
nos lamimos los cuerpos
y supimos de un joven
que intentó la poesía pero igual murió.
Los poetas no hablaron hoy
sólo fueron regalo y testigos.
Los poetas viejos sonrieron.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario