sábado, 14 de julio de 2012

Dulzura y Calvino


A Filippo, con afecto y admiración

El barón rampante te observa, agazapado en el árbol de cerezo, o quizás desde el manzano o desde el nogal. Ya sabemos que salta mucho, ya sabemos que no permanece quieto, que nunca baja. Sabemos también que sonríe, poco pero lo hace, y sabemos que es un niño de honor, digno, como tú.
Ahora que te toca apretar los dientes, ahora que estás fuera del nido, ahora que hay que ser fuerte, ya sabes que no estás solo, porque además del barón rampante que te acompaña, tienes al caballero inexistente que te cuida con su armadura blanca y refulgente y su fortaleza a toda prueba. Tienes a Calvino, como lo tengo yo. Nada podrá pasarnos.

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