Pienso en los cocodrilos,
pienso en sus lágrimas.
He tenido a muchos cocodrilos humanos frente a mí,
o más bien,
humanos reptiles.
Los he visto llorar y me he creído toda esa agua.
Quizás yo también haya sido uno,
claro que sí.
El día en que las lágrimas de los cocodrilos
sólo sirvan para humectar sus ojos
y dejen de ser metáfora de llanto falso en nosotros;
el día en que utilicemos
menos
barcas de culpas acuáticas vacuas;
el día que lloremos como gente;
ese día nuestros ojos saborearán el éxtasis de la verdad
y los cocodrilos chapotearán en su carnívora paz.
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