Vagamos en un charco seco de círculos concéntricos
Caracas su infierno el calor el humo blanco el sol de luna la tenaza en el cuello
flotamos a través de las bolgias empapados con el pecado colectivo.
5 comentarios:
El de los ojos
dijo...
Ven, sígueme. Yo no soy Virgilio pero sé de abismos y de sábanas.
Ven, quítate el manto, quédate desnuda y aprovecha este calor, rocío de placeres sobre tu espalda y más abajo, allí donde los demonios rezan y los ángeles lloran por no ser humanos. ´ Sígueme a este camino que es de bajada por el cuerpo, y que es de subida en el deleite del roce suave, rápido, furioso, casi vengativo hacia el final, combustible sobre todo pero no de ganas, porque las ganas no cesan, porque son renovables, porque no se cansan porque ahora llevan el nombre del vicio.
Que la calina se nos meta en los ojos, no importa, así no veremos otra cosa sino el placer de un cuarto a oscuras, de un calor que es nada comparado con éste que arde y que nos desespera los cuerpos caníbales mucho más que la canícula absurda que hace afuera.
Wow...! Cuán disímil soy si hablamos de infiernos...
Y me debato entre el tuyo y el de esos "ojos" y no sé qué da más "miedo", si la muchedumbre en pecado colectivo o la entrega renovable de las ganas, ese vicio y uno que otro ángel medio humano...
Sé que no llueve, pero si así hace calor, que no escampe.
El de los ojos me habla del único infierno gentil que existe. El que se mezcla con el cielo. Ese sitio donde el bien y el mal se diluyen, donde se pierden las formas, donde el cuerpo es camino.
5 comentarios:
Ven, sígueme.
Yo no soy Virgilio
pero sé de abismos
y de sábanas.
Ven, quítate el manto,
quédate desnuda
y aprovecha este calor,
rocío de placeres
sobre tu espalda
y más abajo,
allí donde los demonios rezan
y los ángeles lloran por no ser humanos.
´
Sígueme a este camino
que es de bajada
por el cuerpo,
y que es de subida
en el deleite del roce
suave, rápido,
furioso, casi vengativo
hacia el final,
combustible sobre todo
pero no de ganas,
porque las ganas no cesan,
porque son renovables,
porque no se cansan
porque ahora llevan el nombre
del vicio.
Que la calina se nos meta
en los ojos, no importa,
así no veremos otra cosa
sino el placer
de un cuarto a oscuras,
de un calor que es nada
comparado con éste
que arde
y que nos desespera
los cuerpos caníbales
mucho más que la canícula
absurda que hace afuera.
Wow...! Cuán disímil soy si hablamos de infiernos...
Y me debato entre el tuyo y el de esos "ojos" y no sé qué da más "miedo", si la muchedumbre en pecado colectivo o la entrega renovable de las ganas, ese vicio y uno que otro ángel medio humano...
Sé que no llueve, pero si así hace calor, que no escampe.
Ophir
El de los ojos me habla del único infierno gentil que existe. El que se mezcla con el cielo.
Ese sitio donde el bien y el mal se diluyen, donde se pierden las formas, donde el cuerpo es camino.
aquí el poder de la alegría de vivir que tienen los venezolanos
a pesar de
me pregunto
quién tiró la piedra
mirando quedamos los círculos concéntricos
Gracias Belkys por leer.
Un abrazo siempre.
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