Rene Portocarrero Es justo allí
al cerrar los ojos
en el punto del abandono
que en un instante
(y sin quererlo)
vemos el pasado
y se nos contrae el estómago
y con el cuerpo cansado
aislado
consternado
resbalamos en la comodidad
del abrazo inexistente.
2 comentarios:
A mi me persiguen los abrazos inexistentes. Hasta cuando yo misma me abrazo.
Es muy cierto, pero los abrazos inexistentes no son abrazos imposibles. gracias por algo tan bonito
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