domingo, 7 de enero de 2007

Giulia

Hoy quiero hablar de lo perfecto...de lo redondo...de lo completo...
Les voy a hablar de Giulia, mi HIJA.
Siempre me pasa que cuando las cosas son demasiado buenas se me escapan las palabras, es como si ellas mismas me preguntaran como se me ocurre describir algo tan sublime con un instrumento tan limitado...bueno pero da lo mismo, lo tengo que intentar.
Antes de ser madre cualquier cosa era reversible, cualquier decisión, cualquier amor, cualquier dolor.
Antes de conocer ese amor tan grande, todas las caricias que yo había dado eran para recibir una caricia de vuelta.
Con mi bebe aprendí lo que era acariciar por el simple placer de hacerlo, por impetuosa necesidad.
Acariciar con la certeza de que ninguna mano respondería la caricia, hacerlo sin condición.
Cuando ella nació me di cuenta de que en ese territorio, el de ser mama, no había curvas, vericuetos, caminos falsos o atajos.
Esa nueva situación me dejo perpleja... ya no podría renunciar a ultimo momento....
El que se abría era un camino ancho y en linea recta que no tenia cruces...ahora solo quedaba recorrerlo, sin indecisiones.
Para mi que siempre he hecho lo que me ha dado la gana, la cosa no se veía nada fácil, por primera vez el cometido y la responsabilidad eran ineludibles.
Supe lo que era el milagro de la sincronía, entendí que cuando ella lloraba sufría yo, que cuando estaba alegre el cielo estaba allí, al alcance.
Redescubrí el miedo en sus enfermedades y volví a rezar...volví a ser pequeña.
Luego empezaron sus preguntas, que no han concluido...preguntas de una sencillez tan profunda que aturden.
Ella trajo consigo un amor inmenso hacia mi, trajo la capacidad de expresar el afecto sin problemas, sabe abrazar como nadie, rompiéndote los huesos, divino.
La verdad es que a mi Giulia me gusta mucho, no solo la quiero porque sea mi hija sino porque me parece un gran ser humano.
Es tranquila, tiene temple, pero también sabe llorar.
Se la pasa cantando, a toda hora, y se ríe con unas ganas que provoca reírse mucho también.
Mi pequeña cumple nueve y cree en las hadas del bosque, piensa que las mariposas a veces vienen a darle mensajes, le habla al mar cuando una ola la revuelca, juega con niños mas pequeños, mas grandes, con todos. Ella sabe lo que es la vida.
El otro día, mientras comíamos la observaba (nunca me canso de hacerlo) y de golpe me di cuenta de lo que sabia hace tiempo y es que la perfección es algo personal, una experiencia que cada quien vive a su manera, ella es eso para mi.
No la quiero cargar con mis esperanzas, la quisiera siempre libre, lo mas ligera posible...
De todos modos es a ella a quien le toca decidir su ligereza, los sueños que va a sonar, la vida que va a vivir...

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