
Camus odia a Rimbaud.
No le perdona que haya renunciado, que se haya dejado.
Camus esconde el desasosiego y la soledad en la soberbia.
Es tan tierna la poesía desde afuera, tan dulce la auto-aniquilación paulatina del poeta maldito, tan fácil vivir el éxtasis prestado.
El genio está en tener el don, dice Camus, no en abandonarlo.
Rimbaud, enfermo de nadas, carga con ocho kilos de oro en la cintura, duerme con ellos, desde que dejó de ser poeta.
¿Son tan diferentes el oro y la poesía?
No le perdona que haya renunciado, que se haya dejado.
Camus esconde el desasosiego y la soledad en la soberbia.
Es tan tierna la poesía desde afuera, tan dulce la auto-aniquilación paulatina del poeta maldito, tan fácil vivir el éxtasis prestado.
El genio está en tener el don, dice Camus, no en abandonarlo.
Rimbaud, enfermo de nadas, carga con ocho kilos de oro en la cintura, duerme con ellos, desde que dejó de ser poeta.
¿Son tan diferentes el oro y la poesía?