
Tengo tres mil años de guerras
almacenados en las venas.
Me gesté en un lugar
de aceitunas y uvas
templos y vejez.
Siempre anduve
en el hablar de las miradas
y los labios cerrados
en los hornos de piedra
las abuelas de manos ásperas
cabello blanco hasta la cintura
recogido en moños de trenzas espirales.
A veces amanezco en latín.
La tierra de la que vengo
no conoce de incertidumbres
a los muertos se los entierra
en el mármol
y se los llora para siempre.
Vivo en un sitio ahora
que no sabe de estrategias
que flota entre las formas
y no se halla.
Vivo en un sitio niño.